El grillo paseó, asustado,
sobre esa superficie blanca. Debajo de sus patas extraños garabatos negros
dibujaban hileras, líneas y formas que no comprendía. Sin embargo algo dentro
de él, le decía que todos esos extraños dibujos, todas esas líneas negras sin
sentido, tenían algún tipo de significado, que transmitían algún mensaje, que
estaban destinados en cierta forma a gente como él. A gente que quería conocer,
aprender, a gente que quería experimentar y vivir aquello que el mundo le ofrecía.
El grillo raspó sus patas sobre esa superficie
blanca, extraña, manchada de forma aparentemente casual, con líneas negras sin
ningún sentido. El grillo sabía que había un mensaje, un mensaje oculto en ese
aparente sinsentido, en esa aparente casualidad, en esas aparentes líneas
fortuitas que se dibujaban sin aparente sentido. El caminar del grillo sobre la
superficie blanca no aportaba ninguna razón, ningún sentido coherente, a lo que
vislumbraba y sin embargo él sabía que había un mensaje oculto detrás de esas
líneas. Miró asombrado a su alrededor, buscando mensajes y señales que le
pudiesen interpretar esas líneas negras, sin embargo nada, nada, entendía.
Estoy muy cerca pensó, estoy tan cerca de las
líneas negras que no veo el conjunto y al no ver el conjunto lo desdibujo, lo
veo sin perspectiva, sin coherencia, sin unidad y sin integridad. Lo veo desde
tan cerca, tan implicado, que yo mismo me autoengaño, desdibujo su significado
y me oculto el mensaje que pudiera tener. Así pues el grillo saltó, saltó tan
fuerte como sus patas pudieron impulsarle. Saltó tan lejos que pudo contemplar el libro abierto
sobre la repisa, que pudo contemplar la página entera y la página anterior que
marcaba el rumbo de esas líneas negras aparentemente casuales. El grillo no
entendió el mensaje, pero entendió que esas líneas aparentemente casuales formaban
una unidad, que esos dibujos tan extraños tenían un significado apto para
aquellos que pudiesen desentrañarlo, apto para aquellos que hubiesen estudiado
los principios y reglas correctas que permitían desentrañar esos dibujos. Comprendió
también que esos dibujos no eran únicos sino que en cierta forma repetían
patrones, que en cierta forma se encontraban en todos y cada uno de los libros
que ahora, desde arriba, podía vislumbrar. Aferrado a un mueble podía ver no
solo ese libro, sino otros libros, algunos abiertos y otros cerrados, que por toda
la biblioteca estaban. Fue saltando de mueble en mueble contemplando el paisaje
de infinitos libros que se abría ante sus ojos y supo de una forma intuitiva
que todos y cada uno de esos libros contenían mensajes, que todos y cada uno de
esos libros tenían un significado para aquel que pudiese desentrañarlo. Siempre
hay un mensaje, siempre hay un significado pensó el grillo, es solo que no lo
estoy viendo de la forma correcta, es solo que no sé distinguir los patrones, los principios, las reglas no escritas que
desdibujarían esos patrones, convirtiéndolos en un mensaje adecuado para mí. Es sólo que no conozco, que no tengo, los
instrumentos adecuados para entender esos mensajes, pensó el grillo. Sin
embargo esos mensajes existen, pensó también. Lo que estoy viendo no es un
dibujo sin sentido, es simplemente que no entiendo el verdadero significado
oculto detrás de esos patrones aparentemente casuales, que no entiendo el
verdadero significado oculto detrás de aquello que me parece un acto fortuito.
Aquello que es un sinsentido para mí, a ojos del maestro adecuado contiene
grandes mensajes, a ojos de aquel que sabe contiene verdaderas instrucciones
acerca de la vida, acerca de los paisajes, de los valles y las montañas que los
hombres recorren. Es solo pensó, el grillo, es solo que yo no sé leerlo.