jueves, 30 de noviembre de 2017

El grillo que no sabía leer.


El grillo paseó, asustado, sobre esa superficie blanca. Debajo de sus patas extraños garabatos negros dibujaban hileras, líneas y formas que no comprendía. Sin embargo algo dentro de él, le decía que todos esos extraños dibujos, todas esas líneas negras sin sentido, tenían algún tipo de significado, que transmitían algún mensaje, que estaban destinados en cierta forma a gente como él. A gente que quería conocer, aprender, a gente que quería experimentar y vivir aquello que el mundo le ofrecía.
 El grillo raspó sus patas sobre esa superficie blanca, extraña, manchada de forma aparentemente casual, con líneas negras sin ningún sentido. El grillo sabía que había un mensaje, un mensaje oculto en ese aparente sinsentido, en esa aparente casualidad, en esas aparentes líneas fortuitas que se dibujaban sin aparente sentido. El caminar del grillo sobre la superficie blanca no aportaba ninguna razón, ningún sentido coherente, a lo que vislumbraba y sin embargo él sabía que había un mensaje oculto detrás de esas líneas. Miró asombrado a su alrededor, buscando mensajes y señales que le pudiesen interpretar esas líneas negras, sin embargo nada, nada, entendía.
 Estoy muy cerca pensó, estoy tan cerca de las líneas negras que no veo el conjunto y al no ver el conjunto lo desdibujo, lo veo sin perspectiva, sin coherencia, sin unidad y sin integridad. Lo veo desde tan cerca, tan implicado, que yo mismo me autoengaño, desdibujo su significado y me oculto el mensaje que pudiera tener. Así pues el grillo saltó, saltó tan fuerte como sus patas pudieron impulsarle. Saltó  tan lejos que pudo contemplar el libro abierto sobre la repisa, que pudo contemplar la página entera y la página anterior que marcaba el rumbo de esas líneas negras aparentemente casuales. El grillo no entendió el mensaje, pero entendió que esas líneas aparentemente casuales formaban una unidad, que esos dibujos tan extraños tenían un significado apto para aquellos que pudiesen desentrañarlo, apto para aquellos que hubiesen estudiado los principios y reglas correctas que permitían desentrañar esos dibujos. Comprendió también que esos dibujos no eran únicos sino que en cierta forma repetían patrones, que en cierta forma se encontraban en todos y cada uno de los libros que ahora, desde arriba, podía vislumbrar. Aferrado a un mueble podía ver no solo ese libro, sino otros libros, algunos abiertos y otros cerrados, que por toda la biblioteca estaban. Fue saltando de mueble en mueble contemplando el paisaje de infinitos libros que se abría ante sus ojos y supo de una forma intuitiva que todos y cada uno de esos libros contenían mensajes, que todos y cada uno de esos libros tenían un significado para aquel que pudiese desentrañarlo. Siempre hay un mensaje, siempre hay un significado pensó el grillo, es solo que no lo estoy viendo de la forma correcta, es solo que no sé distinguir los patrones, los principios, las reglas no escritas que desdibujarían esos patrones, convirtiéndolos en un mensaje adecuado para mí. Es sólo que no conozco, que no tengo, los instrumentos adecuados para entender esos mensajes, pensó el grillo. Sin embargo esos mensajes existen, pensó también. Lo que estoy viendo no es un dibujo sin sentido, es simplemente que no entiendo el verdadero significado oculto detrás de esos patrones aparentemente casuales, que no entiendo el verdadero significado oculto detrás de aquello que me parece un acto fortuito. Aquello que es un sinsentido para mí, a ojos del maestro adecuado contiene grandes mensajes, a ojos de aquel que sabe contiene verdaderas instrucciones acerca de la vida, acerca de los paisajes, de los valles y las montañas que los hombres recorren. Es solo pensó, el grillo, es solo que yo no sé leerlo.

martes, 5 de septiembre de 2017

Maestro de Sombra. Maestro de Luz.


Un maestro de sombra es toda aquella alma encarnada, o no encarnada, que, desde el amor, en libertad y respeto, forja con mi propia alma un pacto de almas. Un pacto de almas mediante el cual me enseña, y es enseñado por mí. Un pacto de almas mediante el cual intercambiamos los roles de maestro y discípulo. Un pacto de almas mediante el cual me enseña acerca de una vibración o una energía concreta, pero me enseña desde el polo de la carencia de esa energía, de esa vibración. Si me enseña de amor, me enseña desde el polo de la carencia de amor. Si me enseña de respeto, me enseña desde el polo de la carencia de respeto. Si me enseña acerca de la tolerancia, me enseña desde el polo de la carencia de tolerancia.

Un maestro de luz es toda aquella alma encarnada, o no encarnada, que forja con mi alma un pacto de almas. Un pacto de almas mediante el cual me enseña y a su vez es enseñado por mí, intercambiando los roles de maestro y discípulo, acerca de una energía o vibración concretas, y lo hace desde el polo de la plenitud de esa energía, de esa vibración. Si me enseña acerca del amor me enseña desde el polo de la plenitud del amor. Si me enseña acerca de la tolerancia me enseña desde el polo de la plenitud de la tolerancia. Si me enseña acerca del respeto me enseña desde la plenitud del respeto.

Ambos son maestros en los que yo reflejo aquello que necesito aprender, aquello que necesito experimentar. En ambos casos un pacto de almas lleva a nuestro encuentro, conduce a nuestro encuentro. En ambos casos ambos somos maestros y ambos discípulos. Sin embargo, el maestro de sombras desde el amor, en libertad y respeto, me enseña acerca de una vibración, de una energía desde el polo de la carencia de esa vibración, de esa energía. Un maestro de luz me enseña desde el polo de la plenitud de esa energía o vibración. Así pues, un maestro de sombra, al igual que un maestro de luz, enseña desde el amor, en libertad y respeto, y ambos pueden enseñarme acerca de la misma vibración, acerca de la misma energía. Sin embargo, lo hacen desde polos opuestos.

 ¿Qué es el odio sino la carencia de amor? ¿qué es el amor sino la carencia de odio? ¿qué es la luz sino la carencia de sombra? ¿qué es la sombra sino la carencia de luz?

Respeto

La verdadera maestría de un sanador no se forja en su capacidad para detectar, para ver, para manipular y controlar un campo energético. La verdadera maestría de un sanador no se forja en su capacidad para ver, para manipular, para dirigir la energía que recorre tanto el aura como el cuerpo físico. La verdadera maestría de un sanador no se forja en su capacidad para conectarse con los registros akhásicos, en la capacidad para ver el aura, en la capacidad para ver o sentir los chakras, los meridianos o los puntos energéticos de distinta naturaleza que puede activar. La verdadera maestría de un sanador se forja siempre, sin excepción, en el respeto; en el profundo respeto a su camino y al camino de aquellos que en un momento dado recurran a él.
El respeto es el más importante de los instrumentos que un sanador tiene a su disposición. El respeto es el más importante de los instrumentos que un sanador debe desarrollar, más allá de la capacidad para ver, detectar, sentir o presentir el aura, los campos energéticos, los chakras o los meridianos. Más allá de la capacidad para ver, sentir o presentir la verdadera raíz de aquello que vosotros llamáis síntomas o enfermedades físicas. Más allá de la capacidad para ver, sentir o presentir el origen de las incoherencias que se manifiestan en enfermedades, o en dolores, o en síntomas físicos. Más allá de la capacidad para ver, sentir o presentir cuál es el verdadero origen, en definitiva, de lo que vosotros llamáis enfermedad.
 Más allá de todo eso, la verdadera maestría de un sanador se desarrolla, se ejercita, se perfecciona en el respeto. El respeto al camino propio, y respeto al camino ajeno. El respeto hacia los caminos que nuestras almas trazan y que escapan al entendimiento de nuestros egos. El respeto profundo, inequívoco, eterno hacia el camino. El camino que nos lleva a la evolución, la evolución que da sentido a nuestra existencia, tanto a la existencia de nuestros egos, como a la existencia misma de nuestras almas. El respeto al camino, el respeto a la capacidad de recorrer ese camino en libertad viviendo las experiencias que nuestras almas y nuestros egos escogen. Viviendo las experiencias más allá de los juicios que nosotros hagamos, de las experiencias que los demás, entendiendo los demás como aquel ajeno a nosotros mismos, viven.
Somos unidad.
 Respetar el camino ajeno es lo mismo que respetar el camino propio.
Somos unidad.

Soy unidad.

Un verdadero Maestro

Un verdadero maestro no enseña.
Un verdadero maestro permite que su discípulo aprenda, facilita su aprendizaje, le guía, le orienta, pero no le fuerza, no le controla ni le manipula para que recorra un camino en concreto.
Un verdadero maestro demuestra al discípulo que se puede recorrer un camino, sin embargo, deja que sea el propio discípulo el que descubra cómo, pues los pasos son distintos en cada caso, los pasos que sirvieron al maestro de nada sirven al discípulo. Los pies del maestro son distintos a los pies el discípulo.

jueves, 13 de julio de 2017

Principio de Comprensión de la Realidad Afín

La Realidad Afín, es decir, aquella que nos circunda en un momento dado, es un reflejo de nuestro punto evolutivo, un reflejo de nuestra comprensión del mundo, un reflejo de nuestra comprensión íntima, de nuestra naturaleza y esencia. Un reflejo de nuestra comprensión, de aquello que somos. Un reflejo de nuestra comprensión, de aquello que vivimos, sentimos, y experimentamos en el transcurso de nuestra evolución.
Aquello que nos rodea, aquello que nos circunda, es espejo de nuestra comprensión de la realidad; una compresión íntimamente vinculada nuestro punto evolutivo.
Principio de comprensión de la realidad afín, entendida realidad afín como aquella realidad en la que nos proyectamos, aquella que nos circunda de forma más cercana y más íntima, aquella que se vincula a nosotros directamente, aquella que es más sensible a nuestra capacidad cocreadora, aquella en la que de forma más íntima nos vinculamos y expresamos nuestros verdaderos sentimientos, nuestros verdaderos pensamientos, nuestra verdadera capacidad cocreadora 
.En esa realidad afín reflejamos la comprensión de tenemos de nosotros, y de nuestra vida, de nuestro mundo, de nuestros conceptos, del concepto de universo, del concepto de alma, del concepto del camino en sí mismo. Expresamos en nuestra realidad afín aquello que llevamos dentro, aquello que íntimamente queremos, aquello que pensamos, aquello que es nuestra naturaleza y esencia.

miércoles, 12 de julio de 2017

Yo no os perdono.

 Yo no os perdono.
Yo no os perdono.
Yo no os perdono.
¿Y sabéis por qué no os perdono? Porque no os juzgo. Porque el perdón nace del juicio. El perdón nace del enjuiciamiento que conduce a la conclusión de que algo se hace, se dice, se omite, de forma incorrecta. El perdón nace del juicio, y el juicio nace de la sensación de ser superior, de ser capaz de determinar si lo que se hace, se hace de forma correcta o incorrecta; si lo que el otro hace, lo hace de forma correcta o incorrecta; si lo que yo hago, lo hago de forma correcta o incorrecta.
El perdón nace del juicio, y de la capacidad de culpar, y de esa capacidad de culpar, desde el punto de vista que da la superioridad, o la creencia de superioridad sobre los demás, nace también la capacidad de perdonar; de aquel que pudiendo castigar, no castiga; de aquel que enjuicia y llega a la conclusión de que algo se ha dicho, hecho, u omitido de forma incorrecta, y aun siendo capaz de castigar, aun teniendo derecho, o creyéndose con el derecho a castigar, no castiga. Eso es el perdón.
Yo no os perdono.
No os perdono, porque no os juzgo.
No os perdono porque no soy quien para juzgar.
No os perdono porque no se puede juzgar a un águila por volar, no se puede juzgar a un árbol por dar sombra, no se puede juzgar aquello que es natural a la evolución. Nada de malo hay en ello. Todo aquello que decís, todo aquello que hacéis, todo aquello que omitís, es natural a vuestro camino, a vuestra evolución. Nada de malo hay en ello, nada condenable, reprochable, nada criticable. Tampoco nada digno de elogio o recompensa, nada que merezca que os enaltezcan.
Yo no os perdono, pues no hay nada que perdonar, no hay nada que juzgar; simplemente todos y cada uno de nosotros seguimos el camino de la evolución.
Todos y cada uno de nosotros hacemos aquello que debemos hacer en nuestro camino.
Todos y cada uno de nosotros realizamos aquello para lo que hemos venido a esta encarnación, a esta realidad dual.
Yo no os perdono, pues no os juzgo.
Yo no os perdono, pues en la unidad ninguno es juzgado.
Yo no os perdono, pues en la unidad nada es criticable, ni recompensable; simplemente es, sin adjetivos, sin castigos ni recompensas, sin calificativos; simplemente es.
Yo no os perdono, pues no os juzgo, pues hacéis aquello que corresponde a vuestra naturaleza, y nada de criticable puede haber en hacer aquello que corresponde a mi naturaleza interna, aquello que soy. No os castigo ni os recompenso, pues todos y cada uno de nosotros actuamos en función de nuestra naturaleza, y nada malo ni nada bueno hay en ello; simplemente es.


lunes, 26 de junio de 2017

PACTOS DE ALMAS


¿Qué es un pacto de almas si no el encuentro de aquellos que en un momento determinado unen su evolución en un punto del camino?
¿Qué es un pacto de almas si no el momento,  entendido dentro del contexto espacio temporal en el que vuestros egos creen, en el que dos almas colaboran de forma inequívoca para el mutuo avance, el mutuo desarrollo, para avanzar en el camino de la evolución de forma coordinada ayudándose mutuamente.
Antes de encarnar las almas en cierta forma planifican, planean,  diseñan aquello que ha de acontecer, aquellas vicisitudes,  aquellas experiencias que en el camino encontrarán.  Aquellas vicisitudes, aquellas experiencias que en el camino ellas mismas crean para su evolución y continuo aprendizaje .
A la hora de evolucionar todo se coordina, a la hora de evolucionar, de aprender, de experimentar todo aquello que debe ser experimentado para liberar las lecciones que tenemos que liberar,  todo, absolutamente todo, se coordina, la realidad se teje como se teje la tela de una araña, de forma coordinada, de forma imbricada entre uno y otro de tal forma que  nada es aleatorio, que nada es casual, que nada se deja al azar. Es cierto que vuestros egos son incapaces de ver la compleja telaraña que la realidad urde, es verdad que vuestros egos son incapaces de comprender todas aquellas circunstancias y verdaderas experiencias que a vuestro alrededor acontecen. Que son incapaces de comprender la verdadera realidad del mundo que os rodea, un mundo que es espejo de aquello que acontece dentro de vosotros. Sin embargo el alma en su amor y sabiduría infinitos, sí es capaz de comprender, sí es capaz de crear, sí es capaz de diseñar y planificar aquello que ha de acontecer en el camino de esta realidad dual. En ese sentido las almas coordinan sus esfuerzos, para que las vivencias de uno y otros sean vividas de forma compenetrada, de forma coordinada, de forma que sirva a la evolución, al aprendizaje de todas aquellas almas, encarnadas o no, que están involucradas en esa vivencia.
En ese sentido a la hora de vivir, de desarrollar una experiencia dentro de una energía determinada, siempre se coordinan las almas para que puedan vivir esa experiencia desde ambos polos de esa energía. Desde el polo del agresor, pero también desde el polo del agredido.
Cuando necesitamos vivir la experiencia de la energía de la agresión, necesitamos vivirla desde ambos polos,  desde ambos lados por decirlo así. Colocarnos en ambos platillos de la balanza para que seamos capaces de experimentar todo aquello que acarrea, todo aquellas consecuencias,  toda aquella experiencia en su integridad, de tal forma que seamos capaces de comprender de forma cierta, de forma verídica, de forma plena, de forma completa todo aquello que acontece en torno a una energía. Así pues en un momento dado necesitaré ser el agresor para comprender lo que significa ser agresor y vivir la experiencia la energía de la agresión desde ese punto de vista. Pero en otros momentos de mi evolución, en otros momentos de esta realidad encarnada, necesitaré vivirlo desde el polo del agredido, desde el polo de aquél que experimenta la agresión, desde aquel que experimenta esa energía de forma que podríamos llamar pasiva.
 En ambos casos esa experiencia se coordina con otras almas que necesitan vivir esa energía también. Coordinamos así pues nuestros papeles, coordinamos aquél que va a ser agresor y aquél que va a ser agredido, y nunca se deja ninguna experiencia a la aleatoriedad, a la casualidad, a aquello que no está diseñado ni planificado.
El mundo, la realidad física, la realidad espiritual, la realidad dual en la que nos movemos, se planifica de forma perfecta, se teje de forma que nada queda aleatorio, ningún hilo se coloca de forma aleatoria, ningún dibujo, ningún tapiz se teje de forma aleatoria.
Así pues nos coordinamos antes de encarnar para que aquellas experiencias que tenemos que vivir, para que aquellas vivencias, para que aquellas lecciones que tenemos que liberar y desbloquear puedan ser vividas liberadas y desbloqueadas de forma perfecta, de forma coordinada entre las distintas almas encarnadas o no que participan en una experiencia.
Así pues todo aquello que acontece, todo aquello que nos relaciona a unos y a otros, ha sido en cierta forma tejido por todos, ha sido en cierta forma diseñado, planificado en unidad, para que podamos vivir una experiencia desde la unidad, pero también desde la individualidad, desde ambos factores que deben ser tenidos en cuenta en un mundo dual. Y una vez más la unidad y la individualidad se unen en un mundo dual, en un mundo que es material, puramente material, y a la vez espiritual,  puramente espiritual.

En ese sentido una vez más, nuestras experiencias se coordinan para el mutuo aprendizaje y evolución de todos aquellos, de todas las almas encarnadas o no, que viven esa experiencia, que deben, que necesitan aprender y liberar esa lección.